Isabel
Habla tu lengua y de tu boca no sale verdad... sólo tu verdad, disfrazada de lo que quieres ser y no eres, de deseos frustrados, de ideas que brotan atropelladamente de la mente medio enferma por el peso de la conciencia derrotada. Y en el camino de defender lo indefendible aparecen las heridas, aparece la muerte. Choca el verbo con el sentimiento ajeno, aprieta y marca como arma arrojadiza. Utilizas una vida que no existe para sesgar la que tiene tanto por hacer... mientes y te crees tus propias mentiras.
¿Y quién eres, cuando apareces ante el mundo rodeado de aquello que no es tuyo? ¿Quién eres durante la noche espesa en que tienes que lidiar con los pensamientos que, como fantasmas hirientes, como monstruos devoradores del alma, te corroen por dentro? Cómo debe sufrir tu corazón, cómo debe sentir el dolor la cabeza perdida de quien ya no tiene en sus labios más que el sabor amargo de la perpetua derrota.
Sólo queda más engaño, más mentiras... y mientras, otros seguirán envolviéndose en las redes de las palabras inventadas por quien se niega a ser. Y la batalla contra ti mismo sólo seguirá dejando víctimas inocentes a tu paso, sin que apenas lo percibas, creyendo que todo vale la pena con tal de sentirte distinto, con tal de mirar a la noche y dormir unas horas, con tal de mirarte al espejo e intentar convencerte de que tú no has sido quien dejó esa estela de terror tras el momento de llegar a conocerte.
1 Response
  1. celtaj Says:

    No es tu lengua, no es tu boca... no.
    En serio que no.
    Es la de otro, la de un fantasma que te confunde y al que te aferras porque crees que te conviene. ¡Mentira! No te conviene. Sólo te hace daño y no te das cuenta.
    Piensa, ahuyenta al fantasma... es tu enemigo.
    Tú eres otra, eres más sensata, más lúcida... ese fantasma que se vaya, ¡que te olvide coño!.
    Los que te rodean y los que te quieren no se merecen eso... despierta, abre los ojos, tú eres otra!!!.
    Y duerme, no seas amiga de la noche, traidora sin compasión...
    Ábrete a la luz de la mañana, ¡vive Isabel!.
    Un abrazo.