Tierra, mar y fuego.
Contraste de negros y rojos, azules profundos y verde esmeralda. Nunca el lado salvaje de la Naturaleza dejó entre nosotros tanta belleza agreste.
Volcán de fuego que arrasó el suelo y dejó a su paso una estela de paz. Mar inquieto, sabiendo siempre que la lava volverá a introducirse en su seno un día, caliente y lenta.
La tierra que César Manrique amó y en la que vertió su arte, transformando el viento en juego, la piedra en escultura, el color en vida.
Carnavales, momentos de unión, despliegue de imaginación para dibujar sonrisas en propios y ajenos.
Las cuevas, los miradores, el secreto que guardan Los Verdes... los mercados y las flores, los pueblos dormidos. Las pequeñas islas de playas solitarias donde sólo el murmullo del mar interrumpe el atardecer.
Y la caricia del sol, en cualquier momento del año. La piel tocada por la fortuna, los ojos se cierran y la música del viento se deja oir. A veces la lluvia... torrencial, rápida, que devuelve la vida.
Es mi visión de una isla ideal, a la que acudir de nuevo siempre que quiera congraciarme con el mundo.
Contraste de negros y rojos, azules profundos y verde esmeralda. Nunca el lado salvaje de la Naturaleza dejó entre nosotros tanta belleza agreste.
Volcán de fuego que arrasó el suelo y dejó a su paso una estela de paz. Mar inquieto, sabiendo siempre que la lava volverá a introducirse en su seno un día, caliente y lenta.
La tierra que César Manrique amó y en la que vertió su arte, transformando el viento en juego, la piedra en escultura, el color en vida.
Carnavales, momentos de unión, despliegue de imaginación para dibujar sonrisas en propios y ajenos.
Las cuevas, los miradores, el secreto que guardan Los Verdes... los mercados y las flores, los pueblos dormidos. Las pequeñas islas de playas solitarias donde sólo el murmullo del mar interrumpe el atardecer.
Y la caricia del sol, en cualquier momento del año. La piel tocada por la fortuna, los ojos se cierran y la música del viento se deja oir. A veces la lluvia... torrencial, rápida, que devuelve la vida.
Es mi visión de una isla ideal, a la que acudir de nuevo siempre que quiera congraciarme con el mundo.