Isabel

"Watching the wheels"... es un tema de Lennon que me gusta, sobre todo la letra. "Estoy aquí sentado viendo las ruedas dar vueltas y vueltas".

Da tantas vueltas la vida que a veces casi parece mejor detenerse a verla girar que participar en ello. Tantas que los cambios se suceden con rapidez, a veces permitiéndonos adaptarnos y otras menos. A medida que pasa el tiempo y aumenta nuestra edad, nos sorprendemos menos de que todo se mueva a ese ritmo vertiginoso y lo aceptamos religiosamente, aunque los cambios sean de ese tipo de cosas que no suelen llevarse bien. Sin embargo, ahí vamos, hoy hacia arriba, mañana hacia abajo.

Y llega un momento en que lo que nos mantiene, a pesar de los movimientos, son las certezas. Con los años aumenta la fe, quizá porque las cosas imposibles o impensables se hacen cada vez más asimilables a la naturaleza humana. Y más que la fe es la certeza de algunas cosas que sabemos en nuestro interior que SON, las veamos o no, las toquemos o no. Basta con sentirlas, a veces incluso muy dentro, allá en los abismos del alma.

Las cosas mutan a velocidades inmensas; lo que hoy era, mañana quizá no esté, pero lo que ahora palpita en tu interior, después seguirá palpitando porque existe la seguridad de que es tuyo.

Tengo la impresión de que en un mundo donde nada vale durante mucho tiempo, donde todo es perecedero, donde muchos valores han cambiado de nombre y de significado, algunas certezas se erigen como lugares privilegiados a donde acudir cuando todo se desmorona, cuando las ruedas giran de tal modo que marean. Son puntos de referencia, sonrisas inmutables que saludan cada nuevo día porque sabes que, pase lo que pase, son tu verdad.
Isabel
Mi querido y gran amigo Tino hablaba conmigo ayer desde la hermosa Argentina. Entre la animada conversación, me dejó unas palabras que me han hecho reflexionar durante horas. Me habló de la importancia de los blogs autoreferenciales.
Encontré tan bonita esa manera de referirse a los blogs en los que hablamos de nosotros mismos... se podría decir "blogs egocentristas" o "blogs de los de mirarse el ombligo", pero las palabras pueden tomar matices preciosos, hasta llegar a un concepto mucho más intenso que el, quizá, real.
A veces he pensado que mi blog era excesivamente mío... es decir, que parece que sólo hable de mí, de mis experiencias... MI. Y nunca se me había ocurrido pensar que el blog autoreferencial es suficientemente importante y necesario no sólo para quien lo escribe, sino también para quien se detiene a leerlo.
Conozco varios blogs autoreferenciales. Son hermosos, quizá porque en algunos veo reflejadas partes de mí, en otros aprendo cosas de los demás, en la mayoría me siento cercana y humana. Me han hecho reir, emocionarme, sentir. Me han acercado a la parte más íntima de sus autores, destapando a mi vez la mía.
Nos autoreferenciamos porque cada quién tiene su modo de protegerse, de animarse, de consolarse, de acercarse. Porque no importa cuán transparente o vulnerable te sientas... quizá el desnudo integral de la palabra te da más fuerza que una coraza emocional. Escribimos lo de cada uno porque la persona que llevamos más allá de los dedos tiene algo que decir, algo de lo que despojarse, algo que reciclar por medio de la aportación al prójimo.
Y nos entendemos porque se queda quien comprende, quien queda atrapado, quien es atraído por tu historia, por su historia releída en letras de otros. Nos damos cuenta que la vida tiene muchas caras, muchas opciones, muchos sentimientos y puntos de vista, que cada quién adapta a su manera.
Si escribo de mí es porque tengo cosas que decir. Si me lees es porque tienes cosas que aportar, o porque las mías te dicen algo.
Todos los blogs que visito tienen algo hermoso, divertido, dulce y cálido. El mío me referencia y me hace sentir bien. Muy bien.
Isabel
Cuando llegué al trabajo me contaron algo poco agradable: dicen los "expertos" que hoy es el día más triste del año. ¿Por qué justamente hoy? Habla la gente del síndrome postvacacional, de los gastos, de fin de mes y, sobre todo, de esos propósitos para el nuevo año que, pasadas tres semanas de su inicio, nos damos cuenta de que no hemos empezado a cumplir y que lo más probable es que se queden en el baúl de las intenciones.
No podía creer que un lunes de esos en que una se levanta con energías, que se dispone a no permitir que nada ni nadie lo perturbe, que se carga de ánimos para enfrentar lo que le echen, va a ser su día más triste.
Tristeza... esa que se queda en el fondo del alma y allí se instala dulcemente. Esa que ahí permanece un tiempo hasta que la conviertas en algo tan hermoso como se intuye en su misma belleza natural. La que todos hemos tenido alguna vez y que hemos aprendido quizá a manejar con el tiempo.
No ha sido hoy mi día más triste. Digan lo que digan, leyendas aparte, sólo cabe un cambio de actitud, una mirada amable a lo que te rodea. Si es fin de mes, cercanos estamos a cobrar. Si no hemos hecho nada aún por cumplir nuestros proyectos, va siendo hora de empezar... quedan meses por delante. Y los que no hicimos propósitos, quizá es momento de empezar a trabajar alguno sorpresa. Si se acabaron las vacaciones, hay otras hacia adelante que aprovecharemos en su momento largamente. ¡Y qué hermosas fueron las que pasaron, todo y la gripe!
Mi tristeza no es la del día de hoy, es la que sonríe lentamente. Es la que se metamorfosea en algo nuevo cada día.



Y no sé si te has fijado, pero hoy es casi luna llena... los "expertos" se equivocan.
Isabel
Inspirado en un pps que me envió alguien a quien tengo mucho cariño, y que supo ser oportuno con él.

Mírame, aunque no puedas hacerlo a los ojos, porque al otro lado existe un corazón que aún late. No intentes fijarte sólo en lo exterior, prueba a conocerme desde dentro, porque hay mucho equipaje que recogí de la vida y eso me dió seguridades, sabidurías y una cierta belleza.
Párate un segundo a adivinar lo que siento... hay una sonrisa que quiere volver, que está esperando a esbozarse a partir de tus palabras.
Escúchame un instante. Creo que después de todo lo pasado, tengo mucho que decir, más que compartir, cosas que aportar y algo de qué hablar.
Háblame también, deja que salgan tus pensamientos, tus deseos, tus inquietudes. Aprendí a escuchar a base de silencios, a esperar a base de paciencia, a medir las palabras y a sentirme una con el otro.
Si tienes una queja, puedes contar con que es asumible, comprensible, nadie es perfecto y yo menos que nadie, tal vez... pero como mínimo conozco lo que soy.
No es necesario el engaño, la mentira, las miradas escondidas ni las palabras falsas... puede que no vea tus ojos y no sepa a qué atenerme, pero no vale la pena perder la honestidad aunque estés al otro lado. A estas alturas, ya estoy de vuelta y ni siquiera la frustración me hará perder ese mínimo de esperanzas que necesito para vivir.
¿Qué hay en mi corazón? Ahora mismo, ganas de que me comprendan, de que sepan ver lo que soy, aún al otro lado de la pantalla azul. Porque lo que hay detrás siempre es una persona.
Isabel

Vivo en un mundo donde apenas existe el silencio. Desde que comienzo la jornada, muy temprano en la mañana, me acompañan sus voces, sus risas, los gritos, las quejas; todas las distintas maneras de expresarse, la necesidad de comunicación que los muchachos llevan a flor de piel.

Durante muchas horas al día predomina el bullicio. Mientras ellos callan, yo explico; los niños pequeños juegan en el patio: chillan, corren, se llaman, se asustan. Siempre hay voces alrededor, aunque sea sólo la mía. Incluso en los momentos en que más se requiere el silencio es muy difícil que tomen conciencia de lo que significa. Confunden la ausencia de sonido con el murmullo, la falta de comunicación verbal con la nada.

Les es imposible comprender que el ser humano necesita rincones donde permanecer callado, donde poder pensar, donde sentirse a solas con su propio interior.

Quien ha amado alguna vez sabe que son tan hermosos los silencios compartidos como las mismas palabras de amor. El valor inmenso de una mirada, un gesto, una caricia, sin palabras... no hacen falta, sólo la vibración de las almas o el calor de la sonrisa.

Por eso, cuando llego a casa busco pequeños instantes para escuchar el latir de mi propio corazón, el giro imperceptible, pero contínuo, de mis resortes internos, el sonido de la quietud del hogar. Es momento para el descanso, para la paz. Son mis silencios.
Isabel
Hay misterios en la vida que no podemos explicar. Y no sólo en lo que nos rodea, sino en nosotros mismos. Un día, el misterio se hace claro ante los ojos y se descubre, es allí donde nacen los poderes.
Puedo convertir tus sueños en realidad. Puedo trasformar algo que imagines. Puedes pedir un deseo y lo haré aparecer para ti.
Hubo un tiempo en que era capaz de hacer todo eso . De repente, era como el genio de la lámpara... tú pedías, yo movía mis manos y allí estaba. Removía cielo y tierra, rebuscaba entre las piedras, preguntaba, negociaba y sonreía... y al final conseguía cualquier cosa que necesitaras.
Magia... yo tenía magia. Al principio me invadía un cosquilleo, de esos que aparecen cuando una se siente pletórica de poder. Luego aprendí a dominar la técnica del que consigue que las cosas a su alrededor cobren vida y vuelen.
Que nadie se lleve a engaño... mi magia no era la de los magos. Era la de quien tanto empeño pone en los sueños que los hace ciertos, de quien no cree en imposibles. Es la magia de quien está llena de energía impulsora, para quien nadie niega nada.
Durante mucho tiempo creé sonrisas en labios cerrados, miradas dulces en ojos que apenas veían, sorpresa en quien mucho había vivido y mucho había visto... quizá la magia más hermosa es ser capaz de arracar aún una exclamación de infantil sopresa.
Ese tipo de magia va de la mano con emociones fuertes, con energías vitales, con ilusiones emocionales, así que si éstas terminan, se agota. Pero nunca se pierde.
Sé que puedo hacerlo... que puedes hacerlo. La magia existe, sólo tenemos que invocarla muy dentro, allí donde aún brilla.
Isabel

Sonrientes, fuertes, valientes; madres o hijas, esposas y viudas. Llenas de soledades, de vida. Engañadas, usadas, perdidas y halladas. Mujeres torturadas por recuerdos de lo que pudo haber sido y no fue... muertas en vida y resucitadas. Rescatadas de un pasado incierto o encontradas en un futuro iluminado.

Mujeres que caminan hacia lugares que no conocen, llevadas de la mano por un empeño fijo, por una ilusión prendida en el pecho. Que no saben lo que es rendirse, aunque llevan cicatrices de tamaños impensables en el alma y en el corazón.

Mirada de mujer, imposible de resistir, llena de encantos y de promesas calladas. Espíritu que llama como sirena, en silencio, cantando sensibilidades para el oído de quien sepa escuchar.

Llenas, vacías, con coraje, con espinas... la ilusa, la quebrada por el dolor del cuerpo, la que aún llora la ausencia de quien amó, la que enseña al que no sabe, la que escucha y sonríe, que aconseja, que es feliz y lo transmite. La que tiene y la que dió.

Mujeres que viajan por la vida esperando comprensión, espejo para el alma, silencios cómplices, calles iluminadas por lunas eternas, noches de papel, de fuego, de azucar y miel.

Que no permiten que los altibajos de la vida mengüen su encanto, su dulzura y, mucho menos, su esperanza. Porque de todo hemos pasado, de todo hemos vivido, a todo nos enfrentamos y ahí seguimos... mujeres, mejores.