Del revés mis propias emociones... contradicciones en ellas, de esas que tan poco me gustan porque me colocan a la defensiva.
Mi compañero de música ha muerto. Andreu era joven aún, pero sobre todo, era feliz. De las pocas personas que se declaraban abiertamente feliz, que estaba satisfecho con su vida, alegre con lo que disponía, que te contagiaba ilusión por las pequeñas cosas. Ya no está, y llevo toda la semana pensando en tantas cosas... en lo mucho que nos quejamos a veces, en lo relativo de casi todo, en montones de buenas intenciones para mí y los que me rodean. Esas cosas de las que uno se olvida en poco tiempo, dejando la sonrisa atrás para hundirse con el primer revés que nos lleve a la frustración. Me he planteado dejar de sentirme así, pero siendo de talante hipersensible y en exceso emocional sé que no va a durarme mucho.
Por otro lado, la vuelta de pequeñas ilusiones. Esas que me propuse dejar atrás y que ahora, alguna que otra noche, vuelven a rondar por mi cabeza. Ilusiones hechas sonrisa, emociones que pugnan por salir y que freno porque sé que si lo hacen ganarán en intensidad... esa misma que siempre me pierde.
Entre cansancios, sueños, ilusiones y pérdidas se ha movido la semana. Y sigo pensando y sigo viviendo.