Isabel
Pasan los años, pasan las Navidades, pero todas son distintas, todas especiales. 

No hago propósitos, que luego no los cumplo. Pero sí tengo deseos, porque aún creo en la magia, en todas las magias. 

Magia fue lo que ocurrió hace dos años, cuando enero me trajo el primer año de felicidad en muchos, que se han seguido repitiendo. 

Magia es lo que ocurre día a día, cuando río y cuando siento, cuando se me sube la tristeza a la nariz y sé que es porque estoy viva y tengo sensibilidad. 

Cuando miro a mis hijos y les veo crecer. Cuando me miro al espejo y me veo envejecer... lentamente y con estilo. Me gustan las Navidades sin nieve en la ventana y con calor en el corazón, con los síes y los noes, con las ganas de seguir intentando, consiguiendo, luchando, aprendiendo.

Magia es vivir la amistad en muchas dimensiones, conocer el lado bueno de la gente, rodearte de aquellos que te hacen sentir que todo vale la pena. Magia es seguir sintiendo que el amor existe, allá donde esté, escondido y sutil, pero siempre dentro de ti. 

Porque no necesito volver a casa por Navidad... la llevo en el interior, mi hogar está donde esté yo, donde mi sonrisa quiere, donde enciendo una vela y bailo en la oscuridad. En las letras de este blog, en las vuestras. Ésta es otra Navidad; de nuevo, la mejor.