Me veo en la imperiosa necesidad de redefinir aspectos de mi vida. Por ti, por mí, por la responsabilidad que representa el mirarme en el espejo y verme en la profundidad de mis ojos... y verte a ti. No conozco tu rostro, pero sé que compartes fantasmas conmigo. Quizá te conozco más por eso. Sé que, como nos dicen a menudo, tenemos que apartarlos de la mente para dejar caminos abiertos, pasos libres, horizontes limpios. Para sentir.
Este paréntesis en lo ancho de la vida tiene principio y fin, es uno más de muchos que llegan y nos dejan esas cicatrices que quizá nos hagan más atractivos a la larga.
Tendremos que alejar esas sensaciones que nos siguen dominando a veces y nos impiden contemplar lo que tenemos delante de los ojos. Tendremos que mirarnos para aprender a no estar solos, a no permitir que tengamos que vagar eternamente por un mundo cargado de aparente incomprensión, cuando nos tenemos el uno al otro, los unos a los otros.
Mírame, ahí a través de la pantalla. Soy estas mismas letras que no parecen decir mucho de mí. Mi esencia está aquí atravesando los píxeles para llegar hasta ti, para decirte que, tomados de la mano, todo será más sencillo. Que la vida es así, que los fantasmas no existen y que somos verdad.