Isabel
Ahora que pronto comienza otro camino, que se abre ante mí un nuevo horizonte, recuerdo las palabras de un gran escritor al que admiro y siempre leo con el corazón en un puño: Hermann Hesse.

Él fue descubridor de naturalezas, de nuevos modos de mirar por dentro a personas y paisajes, fue pintor de sentimientos y elaborador de sueños, infatigable y sensible, dotado del poder de comulgar con lo que le rodeaba y describir estados del alma.

Su palabra transporta, seduce, inspira. No puedo negar que leer "Siddharta" a una corta edad me influyó enormemente y llevó mi sensibilidad por caminos insospechados. De ahí, cayeron en mi poder, una por una, gran parte de sus obras dejándome siempre la sensación de que me estaba mimetizando con sus propios sentimientos.

Nadie como él para reflejar mi propio interior, nadie como él para hacerme soñar con otros senderos, con otras distancias.

Con el tiempo, me enseñaste que aún me quedaba por descubrir ese pequeño tesoro que es "El caminante", un librito hecho para espíritus inquietos, para viajeros en tiempo y distancia, preparados para descubrir en cada olor y cada tonalidad de la luz del sol un nuevo motivo para sentirse privilegiado por estar vivo.

Hoy, a menos de una semana de la partida, quiero recuperar un fragmento aquí. Me atreví a grabarlo simulando esas hermosas sesiones de lectura compartida que tanto hemos soñado. Hesse me acerca a la meta imaginada, me incluye en su mundo fantástico de movimiento interno y externo, me conmueve y me transporta. El mundo se abre ante mí... y es tan hermoso...



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Isabel
Bullicio. Griterío, movimiento, todo menos soledad. Tacto contínuo. Tanta gente alrededor hace imposible permanecer sin un empujón, sin un apretón de brazo.

Días, meses, horas, viendo pasar gente por todos lados, levantando la voz para ser escuchada a veces, poniendo orden, manejando imposibles. En los últimos días, locura multiplicada por diez... organizaciones precarias que se improvisan al minuto, tensión al concentrarte mientras varias personas hablan a la vez e intentas poner tus neuronas a funcionar en todas ellas.

Respiración acelerada, responsabilidades, problemas exponenciales, chicos, más chicos, mi nombre repetido incesantemente, en todas direcciones... y al fin, el silencio.

Mañana, de repente, se hará un silencio profundo y extraño. Los pasillos destilarán olor a vacío, el eco de sus voces se irá perdiendo lentamente chocando en las paredes y en mis propios tímpanos. Mis pasos resonarán como si nunca hubiese habido nada más dentro del edificio. El aula mañana quedará sumida en el olvido.

Tiempo que se detiene, soledad que pesará más porque no sólo se notará en la noche, sino también durante el día.

Estoy tan cansada... es tan agotadora la sensación de vacío, de lo poco que se tiene por decir, de lo poco recibido y lo mucho dado. Se me acaban las ganas de escribir, se me cierran los labios en el mismo silencio que me envuelve lentamente.


Isabel
Ya llegaron las tibias noches de principio de verano.

Después de las mañanas cálidas, queda en el ambiente un residuo de suavidad que persiste durante la oscuridad. Se respira fresco y sin embargo, todo es presentir, recordar, sensibilizarse a lo que ha de venir. Los sentidos se agudizan y la sensualidad invade cuerpo y alma, imaginando escenas a flor de piel.

Me gusta abrir la ventana y mirar el cielo, comer trufas y mancharme los dedos, helarme los labios con un vino frío, sentir la noche compartida en la distancia.

Me encanta la sensación de ocio que poco a poco invade mis sentidos... pronto el ansiado descanso, cierta inactividad que ralentiza los movimientos hasta conseguir que el latido del corazón se armonice y se acompase.

Pensar en el mar... en lo cerca que estoy de él, de volver a sentir el alivio del calor entre las olas. Pensar en el cielo... en lo lejos que me voy, en los caminos que esperan a mis pies ansiosos de conocer.

No puedo evitar cerrar los ojos y dejarme invadir por la dulzura de lo que siento que me envuelve, por los aromas, por el gusto dulce del chocolate. Tengo alma del sur cálido, se enciende el fuego en mis sentidos al estrechar las noches de verano en mis brazos, mientras espero...

Isabel
Al otro lado hay mucho más de lo que ves...

Mucho más que letras que se escriben movidas por impulsos eléctricos, mucho más que ventanas con marca, páginas con copyright. Atravesando el cristal hay un mundo que apenas vislumbraste un día.

Tras las letras, que se quedan grabadas por un instante y luego se van, hay mucho más que poesía, más que ideas. Cuando se apaga la luz queda lo que ya no percibes, lo que deja de existir excepto quizá en tu mente, como si de un sueño se tratase.

Detrás hay una vida, hay un corazón que late, alguien que ríe y que llora, con voz y con habla. Hay un cuerpo que respira y que se mueve, que siente tristezas y alegrías, que levanta la voz y que se irrita, y luego cambia de humor y sonríe a quien le mira. Al otro lado hay más que cinco vocales escritas... existen cinco sentidos. Agudos, perceptivos, expectantes, reales, sobre todo reales, que vibran con lo que experimentan.

Cada letra escrita lleva dentro una emoción... A-mor, E-spera, I-lusión, O-pción, U-nión. Cada letra corresponde a una respiración, cada palabra a una sonrisa, cada frase a una esperanza de vida. Más allá de la distancia hay una persona como tú. Tras el cristal que acaricias con la mirada, estoy yo.

No lo olvides.

No me olvides.

Isabel
¿He abierto un blog para ahorrarme el psicólogo?
Son tantas las motivaciones... el mundo de los blogs es misterioso. Entras en él de manera individual: como desahogo, diversión, experimentación, búsqueda. Hasta que pasado el tiempo, las cosas se complican.

No tienes conciencia de lo que supone abrir una ventana al exterior hasta que comprendes que no consiste únicamente en que entre el aire, sino que también otros se asoman dentro. Miran y a veces permanecen.
Se quedan observando hasta que lo que ven les provoca el deseo de interactuar, y una vez queda establecida esa comunicación, sobrevienen los cambios.

El blog se convierte en red social porque pone en contacto personas unidas por intereses, empatía, sentimientos. He sido observadora pasiva de desencuentros, discusiones, insultos cruzados, amores fraguados al son de las letras; mentiras, engaños, cariño, coincidencias.

Al final, ¿qué queda del objetivo propuesto? Depende de tantas cosas... motivos que desaparecen, obligaciones impuestas, las mieles del éxito que a veces nos empujan a la imposición de la escritura.

Sin pretenderlo, hacemos el esfuerzo de seguir, de no repetirnos; medimos estrofas y buscamos imágenes que refuercen los elogios, hasta que la ventana se transforma en escenario. No sé si se pierde el don de la naturalidad, pero hay que conservar como meta ser fiel a uno mismo, ni obligarnos ni rendirnos.

Resultan caros los médicos, y aún así a veces los necesito, para qué negarlo. Necesito hablar con alguien cuando acaba el día, quizá no todos, pero hay algunos en los que ya no me cabe más dentro. Y no niego que me encantan las visitas, pero necesito conservar mi integridad, mi libertad, mis sentimientos.

Por ello a veces me repito, insisto en ideas de sueños y futuros, de logros y valores, de lluvia y de recuerdo. Por eso apenas hablo de amor ni de secretos. Y por eso agradezco la presencia de quienes, aún leyendo las mismas historias, me prestan sus oídos en este largo silencio.