¿Qué separa a la locura de la realidad? ¿Qué diferencia al cuerdo del que dejó de serlo?
Vivo en un mundo en el que ya no hay distinción. La locura se pasea por mi lado como si tuviese su hogar en donde me muevo. La he visto de cerca, la he mirado en los ojos del prójimo y la he rehuído mil veces con ese temor que produce el peligro al contagio.
Sin embargo, hay momentos en que me pregunto si no estaré metida en la rueda de la irrealidad, si no hay delirios que me persiguen como fantasmas y me hacen ver donde no hay.
Esos despertares angustiados, esos pensamientos recurrentes, ese afán por buscar lo desaparecido, todo pura paranoia del que no acepta lo que vive. Si las paranoias se descontrolan y se hacen presa de la mente, puede que la realidad se deforme y ese espejo roto en el que a veces me miro llegue a ser el único que reconozca.
No deseo mirarme y no verme, ni mirar a los demás y no llegar a reconocerlos. Los senderos de la cordura no me son familiares porque ni siquiera el ambiente más cotidiano invita a delimitar lo que es real de lo que no lo es. Las noticias llegan de todo el mundo cargadas de sucesos que parecen imposibles, sólo fruto de esa locura colectiva en que nos movemos. La misma vida de cada uno, los miedos y la falta de aceptación... y vuelve el terror, esta vez ya no a no superar las pérdidas, sino a dejar de entender. Cuando esos "por qué" se repiten día tras día muy dentro, cuando los bloqueos llegan a ser limitantes hasta para relacionarte con los demás, cuando te refugias en un blog para decir aquello que no te atreves a ver dentro de ti misma, llega el momento de plantearse si las experiencias más duras te moldean o sólo te sumergen en el principio del delirio.
Isabel, ya extrañaba leerte.
Son las 2.30 de la madrugada, me asomo a mi ventana y allá en lo más alto luce resplandeciente una soberbia luna "para todos". Lo que ves es real, y lo que sientes y hasta lo que sueñas. La locura del odio, la envidia y los celos es una epidemia de la cual huímos todos aquellos locos rebeldes e ilusos que pretendemos hacer felices a quienes amamos. Y si además reunimos la fuerza y el valor necesario para luchar por nuestra felicidad ya vemos cumplidos gran parte de nuestros sueños.
Fantasmas, buitres, depredadores y locos malvados los habrá siempre. Miedos y dudas también, pero tu eres una gran mujer, culta, inteligente, valiente, luchadora y con la energía suficiente para cambiar el frío por calor, las sombras por estrellas y las experiencias en vivencias que te fortalecen.
Transitas por encrucijadas, encontrarás tu sendero si pierdes el miedo a vivir. Tu vida es tuya, tú decides.
Cuenta siempre con mi apoyo y cariño, confío en leerte pronto con la sonrisa en tus palabras.
Un inmenso abrazo, la luna sigue brillando.
Para lo bueno y para lo malo, el razonamiento tiene un límite. El corazón, no.
No hay nada malo en dejar correr el corazón hasta el infinito... pero sí es peligroso dejar al razonamiento cruzar su límite.
Es maravilloso entrar en la locura del corazón, pero no debemos entrar en la locura del entendimiento.
Renuncia a la exageración de la razón, de sus porqués, de sus paranoias...
Muchos sucesos de nuestras vidas no tienen porqué, no tienen razón... y si la tuvieran, no podemos ni debemos vivirlos sólo con el prisma racional.
Isabel, renuncia a cruzar el límite de la razón... no dejes que te someta, y entra en el refugio de tus afectos. Tu afectividad será más generosa que tu razón, si no ahora, será pronto...y lo más importante... te brindará unas puertas abiertas a la luz, a la tranquilidad y a la felicidad.
Te deseo lo mejor.
Un abrazo.
Esta noche solo tengo un miedo: el de mirar la vida con los ojos cerrados.
Los otros temores se los llevó el aire del levante hacia la tierra de nunca jamás.
Besos de Campanilla,
Abre los ojos, Ana.......