Día largo de finales y despedidas... empieza el verano, acaba el trabajo, unos se van, otros se quedan a seguir hacia adelante.
Lágrimas por las separaciones, ganas de quedarse con lo que uno tiene... siempre el miedo al fracaso, a lo nuevo, a emprender nuevos caminos. Les miro y sonrío. Yo ya no tengo miedo.
He fracasado, me he despedido, he recomenzado una y otra vez, he perdido, y la vida me sigue llevando por donde quiere. Ahora me dejo.
Noche de mirar al cielo sin tristeza, de descubrir los colores de la pólvora, de las danzas y las músicas mántricas. Me sumo en el silencio mientras, del otro lado del cristal, el ruido ensordece la ciudad.
El fuego quema recuerdos, pasados, purifica y cauteriza las heridas del alma. Bailaría sobre las llamas, a ritmo de instrumentos arcaicos, iluminada por la luna y entregada a la misma Naturaleza en un sacrificio placentero de lo humano.
Frío y fuego, placer y dolor, silencio y sonido reverberando por dentro. Ceremonias íntimas en la noche de San Juan, recordando... siempre recordando lo eterno.
brilla la llama ardiente
de mis sentidos.