Ahora que pronto comienza otro camino, que se abre ante mí un nuevo horizonte, recuerdo las palabras de un gran escritor al que admiro y siempre leo con el corazón en un puño: Hermann Hesse.
Él fue descubridor de naturalezas, de nuevos modos de mirar por dentro a personas y paisajes, fue pintor de sentimientos y elaborador de sueños, infatigable y sensible, dotado del poder de comulgar con lo que le rodeaba y describir estados del alma.
Su palabra transporta, seduce, inspira. No puedo negar que leer "Siddharta" a una corta edad me influyó enormemente y llevó mi sensibilidad por caminos insospechados. De ahí, cayeron en mi poder, una por una, gran parte de sus obras dejándome siempre la sensación de que me estaba mimetizando con sus propios sentimientos.
Nadie como él para reflejar mi propio interior, nadie como él para hacerme soñar con otros senderos, con otras distancias.
Con el tiempo, me enseñaste que aún me quedaba por descubrir ese pequeño tesoro que es "El caminante", un librito hecho para espíritus inquietos, para viajeros en tiempo y distancia, preparados para descubrir en cada olor y cada tonalidad de la luz del sol un nuevo motivo para sentirse privilegiado por estar vivo.
Hoy, a menos de una semana de la partida, quiero recuperar un fragmento aquí. Me atreví a grabarlo simulando esas hermosas sesiones de lectura compartida que tanto hemos soñado. Hesse me acerca a la meta imaginada, me incluye en su mundo fantástico de movimiento interno y externo, me conmueve y me transporta. El mundo se abre ante mí... y es tan hermoso...
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