Isabel
Es el subtítulo de la película que vi hoy en el cine. Y, en realidad, parte de nuestra vida es eso o debería dedicarse a eso, a dibujar una comedia sobre la felicidad.

Hoy me preguntaron : -¿Qué tal las vacaciones? ¿Has sido feliz en algún momento? .

Vaya, pues claro que lo he sido, en más de uno. Mi problema es la tendencia a dramatizar y también a no ver más allá de las cosas negativas... sí, es todo un problema.

Me miré al espejo para sonreirme... hace tiempo que sólo sonrío a los demás y a mí me tengo olvidada. Al atreverme a fijarme en el fondo de mis ojos, recordé que una vez había tenido magia, había sido capaz de hacer muy feliz a alguien, había llevado sonrisas, pasión y adoración a un corazón que se llenó con ello. Y la magia no desaparece así como así.

Te pueden robar la sonrisa, las palabras, pero los trucos los conoces tú y por tanto los conservas. Así que pensé en rescatar la magia, en volver a llevar la comedia a mi vida, poco a poco pero constantemente.

Decirme a mí misma que me acepto como soy, medio loca, romanticona perdida, ilusa como Anita, a veces excesivamente negativa, muy fuerte, muy débil... todo eso soy yo. Y muchas veces me gusto.
Isabel
Mucha alegría, el teléfono que no cesa de sonar, mails totalmente inesperados, la presencia de los amigos, la familia que está lejos pero no te olvida... y un nuevo cumpleaños que se llena de sonrisas y de felicidad.

Anita tenía razón y fue un día dulce de nata y chocolate. Mi principal regalo de cumpleaños: la certeza de saber que cada día te trae sorpresas, que las debes vivir como si fueran las primeras y las últimas.

La vida es el mejor de los presentes; el poder compartirla con los que quieres, la mejor de las suertes.
Isabel
Media hora apenas me separa de la medianoche. También de un año más recorrido en mi vida, ya son 44 los que estoy a punto de acometer y el balance me resulta positivo, pese a todo. Parece injusto ese "pese a...", no debería de estar haciendo otra cosa que dar las gracias por mi familia, por mis hijos, por mis amigos, por todo lo bueno que he conocido y he disfrutado, sin embargo en este preciso instante vuelven los recuerdos de ti.
Será el primero, desde hace cuatro años, en que no me felicites... en que no escuche tu voz en el teléfono diciéndome que lo pase bien, que me quieres... este año serán otras voces, otra gente, hermosos todos y llenos de buenas intenciones. Recuerdo tus palabras, tus videos de cumpleaños, tu cariño. Todo lo que se tuvo y, por supuesto, se perdió. No queda más que silencio, recuerdos que sólo recuerdo yo.
En media hora volveré a sonreir, me iré a dormir esperando a mañana, a la alegría de compartir buenos momentos con quienes se quiere... menos contigo. La gente desea que lo pases bien con tus seres queridos y me faltarás tú.
Tu imagen se me desdibuja por instantes, pero los recuerdos se mantienen limpios. Mi corazón poco a poco toma su lugar, mi sonrisa vuelve a mí, pero en días como estos, en estos precisos instantes en que casi atravieso no sólo un día, sino todo un año más, sigues en mi pensamiento. A partir de mañana, sigo retomando lo que empecé hace poco tiempo, sigo esperando buenos momentos y nuevos sentimientos, pero ahora sigues aquí, aunque ya no lo quieras. Sigues por un momento vivo en mi mente.
Isabel
El amor es como la energía, ni se crea ni se destruye. Sólo se transforma.

Comentaba este fin de semana con un buen amigo sobre esta afirmación, y él me daba la razón añadiendo que el amor se suele transformar en odio. Hablamos de esa fina línea que suena tan tópica... pero no estuve de acuerdo. El amor, como otras emociones, puede transformarse de muchas maneras, es uno mismo quien escoge en cuál.

El odio es fuerte, es grande y puede absorber todo el amor del mundo, pero prefiero otro tipo de mutación vital. En este caso decidí convertirlo en música, recogerlo en notas y dejarlo fluir en mis oídos, en lugar de en mi corazón.

Hay un precioso disco de los hermanos Steve y John Hackett, se llama "Scketches of Satie" y son versiones de las Gnossienes y Gymnopedies de Erik Satie, entre otras piezas más. Es delicioso, suena a sensibilidad pura, es centro de emociones que inundan el alma... es casi amor.

La música me ha enseñado mucho, a canalizar mis sentimientos, a expresar emociones positivas e incluso negativas, a hacer de mi vida un lugar mucho más hermoso. Desde que estudio música, ya en la mitad de mi vida, he descubierto nuevas formas de amar a través de la interpretación, de su lectura y de su escucha.

Por eso deseo que todo lo bueno que he sentido alguna vez, todo lo noble y grande, lo sincero, toda la felicidad que me ha dado la vida sea pura música para mis oidos, para no olvidarlo nunca, para poder volver a sentirlo cuando regrese y que así consiga reconocerlo.

Isabel
El crepúsculo en Madrid se me ha hecho delicioso. A medida que el sol caía y los edificios tomaban ese cálido color dorado que lo embellecía todo, me daba cuenta del manto de suavidad que envolvía hasta mi alma. Y es que en aquellos momentos todo se contagiaba.

El ambiente tranquilo, la paz de los paseantes, la quietud de la misma historia... todo parecía más hermoso de lo que era. He de confesar que el fin de semana en Madrid me devolvió sensaciones, emociones, modos de ver las cosas y también a las personas.

Miradas amables, incluso palabras y sonrisas de desconocidos que daba la impresión que sólo deseaban agradar a quien, como yo, miraba las cosas con la sopresa de la primera vez, todo y que no era así.

Siempre me gustaron las grandes ciudades porque es más dificíl entrever esa parte de Naturaleza que a veces incluso reflejan los ventanales de los edificios y, sin embargo, cuando lo consigues, el esplendor y la luz lo dominan todo, te llenan el corazón y te hacen un poquito más feliz.
Isabel
... en que vuelves a creer en la humanidad, en que tu fe te dice que todo es posible, que cualquier cosa puede ser cierta.

... en que aceptas tu realidad y luchas pese a todo, frente a todos, hasta frente a tu propia desgracia. Y en esos días puede llegar a lucir un sol que no sólo ilumine tu destino, sino que dé calor a la frialdad del alma atormentada.

... en que vuelves a reconocer cuando hablas con seguridad, con conocimiento de causa, con ese espíritu de quien es capaz de decirse: -Esta soy yo, esto es lo que ves. Transparente, auténtica y vulnerable, sí, pero es lo que soy.

No me importa ser así, débil a veces, valiente muchas. No importa si flaqueo y me hundo... puedo levantarme de nuevo cuantas veces sea necesario. Aprender de la vida, aprender de quienes me rodean y me ofrecen motivos para mirarlo todo con ojos nuevos.

Hay días en que necesito decirme que puedo empezar otra vez... incluso que soy capaz de creerlo.
Isabel
Tres fases comprenden el duelo:
  • El dolor
  • El resentimiento
  • La aceptación

Paso de la primera a la segunda con una facilidad pasmosa. Duele y duele, y tanto lo hace que se resiente el alma, se incomoda y se maldice por haber llegado a esto. Odio los resentimientos... esos que ahora mismo tengo y se intercalan con el dolor de las heridas.

Quiero llegar a la aceptación, a ese momento dulce en que ya nada importa, en que casi nada se siente y te dejas llevar hacia lo que tenga que ser. No soy capaz de dejar atrás mi fardo, ni siquiera de hacer leña de él para que me alumbre o me caliente. Sé que esa es la solución, que necesito luz y calor. Orientarme hacia la tercera fase, dirigirme lentamente hacia asumir la realidad y tomarla como propia, como parte de mí. Esta soy yo, así es mi vida, es mi camino y lo tengo que recorrer. Busco mi luz, y sé que la llevo encima. No soy sabia, no soy fuerte, sólo intento desprenderme de todo lo que me pesa y seguir adelante más ligera.

Cuando aprenda a aceptar, habré encendido la hoguera que me ilumine con los restos de lo que un día fue y ya no está.

Isabel
Palabras vacías, llenas de nada.
Palabras grandilocuentes que expresan sentimientos que no se sienten.
Es fácil hablar, es fácil contradecirse. Es fácil conquistar mediante la palabra... fácil escribirla, adornarla, dejar en un papel aquello que se pretende del otro, provocar reacciones, sensaciones, sensibilidades... qué fácil.
Pero vivir conforme a la palabra, eso cuesta más. Vivir practicando lo que se predica, sintiendo lo que se define, eso es otro cantar. Con la palabra se enamora, se vibra, se atrae... se establecen nexos que te cambian de por vida y no te llegas a dar cuenta de lo importantes que son para el alma y el corazón. Porque es la palabra la que en ocasiones alimenta el espíritu, es lo único con lo que se cuenta para sobrevivir.
Dejar las ideas impresas en cualquier lugar donde otro las recoja... donde alguien las tome y las haga suyas, se deje envolver por el sonido de una voz muda y mimar por las palabras.
De amor, de vida, de humanidad... también de desencanto, de ira, de indiferencia. Hablar de felicidad, escribir sobre el alma, cuando uno mismo no es capaz de conocerse. Qué fácil es hablar, que sencillo recitar frases aprendidas. Qué complicado es expresar lo que uno siente de verdad.
No deseo más literatura. Sólo personas honestas que vean el mundo de modo honesto, aún en su sencillez. No deseo poetas o escritores que regalen mis oídos con lo que quiero oir... quiero que me digan lo que sienten.
Me cansa la palabra que no dice nada, que no encierra nada, que no expresa nada. Al final, me cansa lo que hace sufrir, lo que no me permite el respiro de una pequeña felicidad.